lunes, 26 de marzo de 2012

Carta a la juventud


Querida amiga, querido amigo, hace algún tiempo, no demasiado, escribía sobre la vigencia de la masonería en nuestros días. Hoy quiero incidir en esa cuestión dirigiéndome  a la juventud, a una juventud que quizás nos ve como algo anacrónico pero que, estoy convencido, si nos conociera realmente estoy seguro que se sentiría atraido por nuestra filosofía de vida.

Es posible que algunas de nuestras costumbres y tradiciones te resulten anacrónicas, ¿qué sentido tiene ver a hombres y mujeres ataviados con mandiles y guantes blancos mientras que, mediante la ténica de la construcción, piedra a piedra, idea a idea, tratan de elaborar un discurso común sobre cualquier tema que el taller haya decidido? ¿tienen algún sentido las fórmulas empleadas para comunicarse, la manera en la que circula la palabra? Desde luego que lo tiene y es algo que se aprehende en el momento en el que se practica con regularidad y cuyo profundo significado llega a captarse poco a poco en nuestro caminar por los senderos de la masonería.

En cualquier caso todo eso sería algo que aprenderías si algún día llegas a interesarte por nuestra manera de trabajar hasta el extremo de que llegues a iniciarte en masonería. Hoy quiero hablarte de otra cuestión que se entenderá más fácilmente y que podríamos resumir, parafraseando la tan manida frase, en "Es la ética ......"

No se trata de una cuestión baladí el asunto este de la ética masónica, es en mi modesta opinión quizás lo más importante de todom nuestro trabajo, llegar a acomodar nuestra vida a esa ética que nace de nuestra divisa Libertad, Igualdad, Fraternidad y que tan difícil resulta poner en práctica en nuestros días cuando los valores que habían servido hasta no hace demasiado tiempo se han ido trastocando en el individualismo insolidario, la lucha por llegar arriba -¿Qué es arriba?- a costa de lo que sea y como sea, la hipervaloración de la posesión, casi más aún al acumulación, de bienes perfectamente  prescindibles en su inmensa mayoría, la idealización del triunfo -¿Qué es el triunfo?- rápido y a costa del menor esfuerzo posible.

Podría seguir la lista pero creo que ya sabes de qué estoy hablando, me entiendes perfectamente. Son todas esas cosas que ves día a día y que no te gustan, es más las consideras deleznables y tratas de luchar contra ellas. Te gustaría encontrar referentes y mirando en derredor la verdad es que no encuentras demasiados, a la utopía hace mucho que han renunciado aquellas organizaciones sociales que entendían que tal cosa era lo que nos podría llevar a un mundo mejor, el humanismo es un pensamiento en franco desuso -¿Qué es eso del ser humano?- así que la verdad te queda poco donde elegir o a donde dirigirte. La masonería la ves, como decía al principio, como algo anacrónico aunque quizás deberías preguntarte si la conoces más allá de estereotipos, lugares comunes e informaciones carentes de la menor base cierta. Atrévete, cruza la puerta y busca la utopía, estamos aquí y hay algunas cuetsiones que no nos resultan extrañas: la utopía de un mundo mejor en base a los principios de nuestra divisa que dejaba más arriba, la ética basada en los valores del humanismo, la razón por encima del dogma, la fraternidad que no la caridad, la igualdad realmente practicada.

Piénsatelo, quizás podamos enseñarte algo según el método masónico que, en muy pocas palabras, se traduce en yo te enseño y de ti aprendo.


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