EL otro día curioseando por una librería de Madrid me encontré con este pequeño tesoro. Con las primeras palabras de la introducción del autor, ya caí rendido.
“La libertad constituye una exigencia indeclinable del espíritu humano y un supuesto incondicional de la dignidad del hombre..La naturaleza de la Libertad es frágil en extremo, tanto que su establecimiento en la vida social, requiere una energía moral inagotable, y su defensa una constante vigilancia….la Libertad no se encuentra ligada en forma indisoluble a ninguna organización, a ningún concreto sistema de instituciones…cada situación social reclama una ordenación congruente de la Libertad….Tiene como soporte una vigorosa actitud ética, sin la cual decae y sucumbe. Sin la Libertad no hay vida humana, propiamente dicha; pero la Libertad está fundada en el núcleo irreductible de la personalidad humana y depende en su eficacia que esta personalidad sepa afirmarse y prevalecer por encima de todo”.
A lo largo del libro, escrito en 1943, el autor desvela la tensión entre Orden y Libertad, declarando a ambas como necesidades de la naturaleza humana, que exigen ser conciliadas y armonizadas en la realidad de la convivencia social, como en el moderno estado de Derecho, con su neutralidad cultural, su división de poderes y atribuciones, y su compleja organización de garantías jurídicas a favor del particular.