¿Hay mujeres que se prostituyen libremente o lo hacen siempre contra su voluntad? Esta pregunta es clave para entender la división que existe entre los partidarios de abolir la prostitución y considerarla un delito y quienes abogan por regularizarla y conceder derechos laborales a los adultos que se dedican a ella por voluntad propia.
La cuestión desgarra el movimiento feminista, donde el choque entre abolicionistas y partidarias de la legalización es frontal. Ambas posiciones sólo coinciden en que la prioridad es luchar contra las mafias que trafican con mujeres. El debate se ha recrudecido después de que el pasado martes Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) presentara en el Congreso una moción para regular la prostitución y prohibir los anuncios de contactos en los periódicos. La propuesta fue rechazada por los partidos mayoritarios, PP y PSOE.

Forzada o voluntaria

¿Por qué hoy el 90% de las prostitutas que hay en España son extranjeras?, se pregunta Ana Míguez, miembro de la Plataforma por la Abolición de la Prostitución. Su respuesta es rápida: porque en la actualidad las españolas pueden prepararse para ejercer una profesión y no tiene que vivir en la marginalidad. “Si la hija del joyero quiere ser puta, que lo sea. Pero dudo que el porcentaje de quienes lo desean supere el 2%”, añade. En este sentido, recoge uno de los argumentos clásicos de las abolicionistas: ninguna niña sueña con ser prostituta, sobre todo en una cultura donde “puta” es el peor insulto que se puede aplicar a una mujer.
Las abolicionistas creen que reglar su ejercicio no acaba con las mafias
Las defensoras de reglamentar la profesión critican esta “generalización”: “Las abolicionistas no quieren aceptar que hay mujeres que eligen ser trabajadoras del sexo porque ello contradice su ideología”, sostiene Cristina Garaizabal, portavoz de Hetaira. “Es obvio que las personas están condicionadas por su situación personal cultural, social y económica, como lo estamos todos, en mayor o menor medida. Pero eso no quiere decir que no tengan otras opciones y puedan decidir trabajar, por ejemplo, en el servicio doméstico. A veces prefieren prostituirse durante un tiempo porque así ganan más dinero y tienen más libertad. Estar condicionada no significa estar obligada”.